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lunes, 4 de febrero de 2008

Esquel tiene su propio Espacio LGBTTI (publicado originalmente 4 de febrero de 2008)

Por Sofía (sofiaesquel@hotmail.com)

La Comisión Pasa en Esquel (de carácter fantasmagórico y titilante) fundó este martes pasado el Espacio Gay de Esquel, una página de internet que tiene como objetivo convertirse en un lugar de encuentro, información y apoyo para lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, travestis e intersexuales (LGBTTI) de la ciudad de Esquel y la Comarca.
A pesar de su breve historia, el sitio registró más de quinientas visitas; por lo que sería interesante preguntarse, si es evidente que hay interés en el proyecto ¿por qué, en una ciudad tan pequeña, una idea de este tipo encuentra su sitio en la virtualidad?
Evidentemente, existen obstáculos que permiten a la gente no-heterosexual conocerse, reconocerse, apoyarse e informarse en la vida pública. Hace ya siglos que la Iglesia Católica primero, y el Estado y sus instituciones sociales y culturales después, se dedican a descalificar y perseguir a las personas que no responden a la normatividad heterosexual. Primero con el discurso religioso –sostenido todavía en gran parte- y luego con el discurso científico: si bien la sexualidad concierne al sujeto, el sexo concierne a la especie, y por lo tanto, el velar por su “práctica correcta” y apartarlo de aquello que pueda disminuir su función reproductiva se convierte en un asunto del Estado. Se prescribe así a la homosexualidad como una practica patológica –ya que no tiene fines reproductivos, más bien amenaza la continuidad de la especie- que debe ser objeto de control y corrección.


Ahora bien, si fuera tan condenable tener sexo sin fines reproductivos, poca gente quedaría salvada. La mayoría del sexo heterosexual, con el avance de los métodos de anticoncepción, es sexo no-reproductivo. No existe un objeto sexual específico a la necesidad, porque la pregunta no es la de la continuidad de la especie, sino que la pregunta es la del deseo –una voluntad extraña y escurridiza-, del amor, del placer, de la relación con otro; y cada cual elabora su respuesta.
A pesar de esto, en el siglo XX destiló homofobia, desde Hitler a Fidel Castro. Actualmente hay ocho países que castigan la homosexualidad con la muerte, y ochenta y cinco que la castigan con cárcel, flagelación, internación psiquiátrica y/o trabajo forzado. Argentina no es un caso tan distinto: por ejemplo, como un resabio nazi, es ilegal que la gente homosexual done sangre. Y cosas peores pasan, también, en ciudades como esta; siendo los más vulnerables los adolescentes:
Clara, de 18 años, de Esquel: Apenas se enteraron de que era lesbiana, cuando ella tenía 15, la encomendaron a la Iglesia Adventista. Al ver que no funcionaba, la mandaron a un internado religioso, en otra ciudad. Al ver que tampoco, la trajeron de vuelta. Tenía prohibido estar con mujeres, y debía ir a la Iglesia obligatoriamente. Cuando descubrieron que tenía una novia, a la que veía de forma encubierta, y además de castigarla, comenzaron una vigilancia minuciosa para impedirlo,
Lucas, de 16 años, de Esquel: La familia se enteró que era gay. Le pegaron, rompieron toda su ropa y objetos personales y después lo echaron de la casa. Lucas estuvo un par de días en la calle. Intentó suicidarse. Perdió un año de escuela. La familia lo amenazó de muerte, porque según ellos, es la vergüenza de la familia. Actualmente vive con otros familiares, y no puede entrar a su casa.


Este tipo de historias son de las más comunes por esta ciudad: encuentros clandestinos, o ningún encuentro, un pibe que se abre –literalmente- la cabeza contra la pared porque es gay y sus padres evangélicos, amenazas, escupidas, doble vida, discriminación, persecución escolar, una educación sexual para tener sexo reproductivo –nada más existe-, y lo que más tedioso, la presunción universalizada por derecha y por izquierda de que todo el mundo es heterosexual, salvo que manifieste lo contrario; y que en tal caso, si no lo es, debería serlo.
Lo que es sorprendente, es que a nadie le parece un asunto para ser tratado, o si es así, no lo hace. Por una parte es un grupo social diseminado (no como una nación, o una etnia), que no encuentra apoyo social ni familiar –de hecho, lo más posible es que reciba de la familia y la sociedad los peores ataques. Por acción y por omisión, hay gente que es violentada cada día, en ámbitos públicos y privados. Las personas se sienten cada vez más solas, desprotegidas y sin la posibilidad de representar su malestar socialmente.


La idea de la página web es justamente servir como un espacio para representar todo esto que tenemos vedado: elaborar encuentros, amistad, conversación, y por qué no un poco de ira; crear un mundillo paralelo para sentirse componente de vez en cuando, y sí, el ghetto tiene sus contradicciones, pero también es necesario encontrarse para vivir.
Como escribió el chileno Pedro Lemebel, hay muchos niñ@s que van a nacer con una alita rota… y yo quiero que vuelen compañero/ que su revolución/ les dé un pedazo de cielo rojo/ para que puedan volar.

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